LENGUA Y HABLA: MĖĖĖRA


 

“Despielta, Juana Ventura, —y oye a quien tu amol implora —dende el mesmo punto y hora —que contempló tu hermosura.” Fernández Juncos, La serenata, 1907. (Cita en el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico).

 

Una actitud es una cualidad de acción”, dinamismo o pasividad. Las actitudes son aprendidas en el ámbito social y condicionarán las respuestas hacia determinados grupos, objetos, hechos y situaciones. Las actitudes se caracterizan porque son aprendidas en la interacción, son factibles de ser modificadas por influencias externas, presentan una gama de interacciones, desde la aceptación (actitud positiva), hasta el rechazo (actitud negativa).

Se distinguen tanto actitudes positivas como actitudes negativas frente a la lengua propia de una sociedad. En ocasiones, el uso particular de una variante genera estereotipos lingüísticos, referentes a la asociación de un rasgo no lingüístico con una característica lingüística que responde a un uso de la lengua.  Dichas variaciones se presentan a lo largo de la historia, como se refleja en el uso del arcaísmo mesmo, en cita de Manuel Álvarez Nazario (1990): «Oído en el habla campesina tradicional como [méhmo], con pronunciación arcaizante ya en decadencia en las generaciones más jóvenes e instruidas de jíbaros, y formas de diminutivo mehmito, ta […]». Con respecto al cambio de la vocal i por e, la lingüista Aida Vergne, en su columna titulada LECHI DI POTI (2015, Septiembre), comenta: “cuando los sanjuaneros se refieren a Lares, suelen decir en tono burlón: ‘Lechi di poti’ sin sospechar el origen de esta pronunciación”. Añade Vergne en su columna :

 A Puerto Rico llegaron familias de Piornal, y se establecieron desde los barrios altos de Guayanilla y Peñuelas hasta el sur de Lares, incluyendo Castañer. Los piornaleros solían combinar el castellano con el extremeño, por ejemplo, cambiando la [e] por la [i]  (veinti, lechi, etc.). También convertían la [o], en [u] (pescau) y se elidía la [d] (alreor, méico).

Aunque ya la mayoría de los sanjuaneros desconocen la expresión “lechi di poti” esa variación [cambio de i por e en la pronunciación], debida a la influencia extremeña, era geográfica (diatópica). 

Probablemente la interacción social haya promovido o modificado que las siguientes generaciones se involucraran con esas palabras o esa pronunciación desde una relación indirecta, ya que no las han visto, sino que las han oído y simplemente las repiten. Desde ese punto de vista, se les atribuye a la nueva generación y a los intérpretes del género urbano el uso de la expresión méééra [merááá] (Valentín, N., 2021, Mira que me ronca el “mera”): «A lo mejor me estoy tornando viejo y algunas cosas que antes pasaba por alto me molestan. Pero ese “meraaaa” me revienta».

Cabe señalar que ese méééra forma parte del uso coloquial (registro coloquial) y que, como tal, se excluye de la norma culta del español de Puerto Rico. Se incluye como parte del habla del llamado español americano (Sánchez Lobato, J. 1994. El español de América) y caracteriza una manifestación de habla desde una perspectiva del registro idiomático, correspondiente a un uso informal: 

Cambio de e en i: dispertar por despertar

Cambio de i en e: mesmo por mismo      

Aunque ya la mayoría de los sanjuaneros desconocen la expresión “lechi di poti” esa variación [cambio de i por e en la pronunciación], debida a la influencia extremeña, era geográfica (diatópica). 

Desde ese punto de vista, convendría conocer los niveles de lengua (culto, coloquial, vulgar) y los registros correspondientes adecuados a las circunstancias comunicativas. Estos niveles guardan una estrecha relación con la situación comunicacional y con el nivel de instrucción (conciencia lingüística) del hablante.

 

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