EN ARROZ CON HABICHUELAS
Las raíces más remotas del término arroz se encuentran en el sánscrito urīhi. Luego pasó del griego (óryza), al árabe clásico (aruz) y al árabe hispánico (arráwz) antes de llegar a
nuestro idioma español. El buscador de palabras IEDRA recoge la primera aparición en el Vocabulario español-latino, de
Antonio de Nebrija en 1516, cuya frecuencia de uso en el tiempo ha ido
aumentando.
Existe un sinfín de variedades de arroz. De
acuerdo al tamaño del grano y su forma, es posible distinguir entre el arroz de grano corto (que
se emplea en la preparación de sushi), el arroz
de grano medio (usado en las paellas españolas) y el arroz de grano largo (popular
en Estados Unidos, India y China). Según su especie y
lugar de origen se encuentran variedades, tales como arborio (de italia, Valle
del Po), basmati (de la India), jazmín o Thai (de Tailandia).
El uso y la frecuencia del arroz, como vocablo y como alimento, se refleja a través de la cultura popular: “Mucho arroz para tan poco pollo” y en la expresiones coloquiales puertorriqueñas: “ser como el arroz blanco”, alusiva a figurar mucho en la vida social y “arroz con culo” (confusión, desorden), recogidas en el Tesoro lexicográfico del español de Puerto Rico.
Mientras que el origen del arroz se atribuye a Asia, el origen de la habichuela (diminutivo
de haba) se le atribuye tanto a América Central y del Sur; como a Asia, con referencia a los vestigios del cultivo de alubias
en el valle del Indo que datan del 3300 a.C.. Las alubias, recogidas como variante de la voz habichuela (RAE,
DLE) existían en Europa, Asia y África antes de la colonización de América,
aunque otras variedades leguminosas existían también en América y cuando los
conquistadores llegaron a las Américas denominaron así a a las variedades
autóctonas.
Se indica (DECEL) que en la Península Ibérica ya se conocía esta legumbre [habichuela] antes del desembarco en América, pues la palabra alubia (sinónimo) procede del hispano árabe allúbya, y este a su vez del persa. Sin embargo,el buscador de palabras IEDRA indica como NO disponible la primera aparición del término habichuela cuya definición (RAE, DLE) es “judía”, vocablo cuya etimología se ha prestado a discusiٔón, recogido por primera vez en el Diccionario de español-latino de Antonio de Nebrija (IEDRA). El frijol (aguda) o fríjol (llana) es una alteración fonética de frejol, del latín phaseolus, a su vez del griego antiguo (phásēlos), con influencia del mozárabe brísol o gríjol ("guisante"). De acuerdo con el Diccionario panhispánico de dudas (RAE, DPD): «Es voz de uso general en América, aunque en los países de América del Sur, especialmente en la Argentina, Uruguay y Chile, se emplea con preferencia el quechuismo poroto». Mientras que los términos de uso general en España son alubia y judía, en el español de América prevalece el uso de frijol, alimento usado en las culturas indígenas Mesoamericanas.
Asimismo, se documentan otras voces afines que
varían según la región de procedencia: el poroto (voz quechua), los ejotes (voz nahualt, usada en México y
Centroamérica), los porotos verdes (en Chile), las judías
verdes (en España), las vainicas (en Costa Rica), las
chauchas (en Argentina, Paraguay y Uruguay), las vainitas (desde
Venezuela hasta Bolivia), voces recogidas en la fraseología popular: “No se
puede ser más chileno que los porotos”. Por otra parte, se distinguen las
distintas variedades de las habichuelas blancas, coloradas (habichuela
colorá), pintas, rosadas; siendo las negras conocidas
como “frijoles negros” en Latinoamérica, cuyo testimonio culinario se ilustra
en los frijoles refritos o charros mexicanos, en la feijoada
brasilera, y en los moros y cristianos cubanos. Asimismo, el Diccionario
de Americanismos (RAE, DAMER) recoge las variantes “frijolada”, “frijolear”,
“frijolera” y las expresiones relativas a los frijoles: “buscarse los
frijoles”, “ganarse los frijoles”, “echarle más agua a los frijoles”.
Al igual que el arroz (sustantivo masculino), la voz habichuela (sustantivo femenino) se incorpora en la cultura popular puertorriqueña, cuyo uso se refleja en la expresión “buscarse las habichuelas”. Otra locucion empleada en PR “es tarde para ablandar habichuelas”. Asimismo, con la incorporación de estos dos alimentos en la dieta puertorriqueña se alude al “matrimonio perfecto”. Dicho junte patriótico alimenticio ha figurado en la literatura puertorriqueña en el cuento Historia del arroz con habichuelas, la escritora Ana Lydia Vega. Asimismo, forma parte de la música popular puertorriqueña: “esto no es ensaladita light; arroz con habichuelas y vianda es lo que hay” (Arroz con habichuelas, El Gran Combo).
Cruz Miguel Ortiz Cuadra (QPD), escribió En defensa del arroz con habichuelas, Hijas de la inteligencia son también las habichuelas guisadas. «Guiso que las enlaza al arroz de forma inseparable – cosa por la cual vinimos a igualar la combinación con un ‘matrimonio’, aun cuando en la vida real no ocurra así-, las habichuelas guisadas son, en sí mismas, un plato de extremada complejidad de ejecución».
Sin duda
alguna, estos dos ingredientes que han viajado el mundo entero se han juntado
para ofrecernos una lección de inclusión, de diversidad y de sana
convivencia. Aquí no hay divorcio; se han unido juntitos “hasta que la muerte
los separe”.
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