LENGUAJE CLARO

 



Un saludo muy especial al iniciar esta temporada, encaminada ya hacia el fin del año. Desde el punto de vista comunicativo, época de expresar nuestros deseos y de reflexionar sobre los logros alcanzados.

Un concepto imprescindible para la interpretación del mensaje es la claridad que persigue una lengua transparente en sus descripciones gramaticales, rica en recursos léxicos, y de su compañera inseparable, la  legibilidad. Ambas a dos, deben estar presentes en un texto “juntas, pero no revueltas”. Según Joaquín Sousa (RR. SS., FB) el concepto de legibilidad designa el grado de facilidad con que se puede leer, comprender y memorizar un texto escrito.

La Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias Españolas de la Lengua (ASALE) han publicado la Guía panhispánica del lenguaje claro y accessible (2024). Además de tratar sobre los principios comunicativos, abarca distintos aspectos del lenguaje claro. Aunque se reclama también la relación del lenguaje claro con el de la Administración, la empresa, el mundo del consumo o de la medicina, entre otros; cabe destacar que en todo texto (literario o no literario) debe prevalecer un principio comunicativo: «Lenguaje claro y accesibilidad comunicativa mantienen estrechos vínculos».

Para quienes buscan retar la claridad y la sintaxis, nada mejor que un minicuento de Julio Cortázar, titulado Por escrito gallina una, del libro La vuelta al día en ochenta mundos (1967), para dejar la lógica en suspenso:

Con lo que pasa es nosotros exaltante. Rápidamente del posesionadas mundo estamos hurra. Era un inofensivo aparentemente cohete lanzado Cañaveral Cabo por los desde. Razones se desconocidas por órbita de la desvió, y probablemente algo al rozar invisible la tierra devolvió a. Cresta nos cayó en la paf, y mutación golpe estamos de. 

Asimismo, se detallan en la Guía diversas cuestiones relacionadas con la legibilidad en la comunicación y la accesibilidad espacial, visual, auditiva y cognitiva. Se dedica, además, un apartado a la lectura fácil, a su relación con el lenguaje claro, a los conceptos sobre los que se fundamenta y los criterios que exige.

Partiendo desde ese punto de vista, el libro Jugando a la rayuela. La producción de textos escritos (2016). Se distingue entre dos tipos de legibilidad: la legibilidad tipográfica, que estudia la percepción visual del texto. Y la de la legibilidad lingüística, que trata de aspectos estrictamente verbales, como la selección léxica o la longitud de la frase. Ambas diferentes, pero igual de importantes. 

Se busca que la expresión de las ideas tenga unidad, que adquiera un significado propio Así, diríamos: “Manzanas comeré mañana; mientras que las peras, hoy” o “Peras comeré mañana; pero manzanas, hoy”.

Se constatará que la coherencia tiene su intríngulis, que la libertad de colocación puede provocar grandes tropezones lingüísticos, que no hay “escritorios para ejecutivos de cuatro patas”, que no se puede confundir la gimnasia con la magnesia. Dicho esto, hay que ir “pasito a pasito, suave, suavecito” cuando se emplean los complementos y los modificadores: “Se podrá contactar los asesores en línea”. “Fumar seriamente perjudica la salud”. 

Desde un punto de vista comunicativo, no todo lo legible es comprensible y no todo lo comprensible es legible: para comprender hay que conocer sobre lo que se dice y también sobre lo que NO se dice (lo que se omite).

 

Una vez más, les agradezco el haberme acompañado en este espacio virtual. Espero, continuar compartiendo con ustedes y comunicando claramente. ¡Hasta la próxima!

 

 


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